top of page

Carta Natal de La Escuelita

El universo se expresa constantemente a sí mismo, y en el momento de nacer somos parte del lenguaje cósmico. Cada individuo expresa al universo. Cada ser es una expresión única y total, manejada por los mismos principios que manejan tanto la rotación de la tierra o el nacimiento de una galaxia como la vida de una célula o la función de una proteína. La carta natal nos habla de este instante, del preciso momento en que un algo expresa su entrada a un orden mayor. Decodificar los símbolos de una carta natal es un proceso de conexión con esa red de Indra, con ese todo mayor.

El 27 de marzo, del 2008, a las 12hs, la sociedad incorporaba a su orden el reconocimiento del Centro Cultural Comunitario Caraguatá. La carta natal de ese instante refleja cómo estaba el cielo. Su distribución nos conduce al mundo de los símbolos y de las interpretaciones, pero también a un fantástico despliegue de reflexiones que invitan a abrir conceptos.

El Sol estaba en Aries, la Luna en Sagitario y el Ascendente en Géminis. Por el momento, sólo pensemos en estas tres energías como si todo lo demás no existiera, acto falaz y engañoso desde un principio, porque hablar de las partes extrayéndolas del todo nos puede conducir a un Frankenstein. No obstante, es tanta la magnitud de caminos que se abren, que no hay otra alternativa.

Aries inicia el ciclo de la manifestación: entidades mentales. Nos habla del nacimiento de las ideas, del impulso vital, de la mente divina que inicia un mundo desde su interior. El Big Bang es también una manera de encontrarnos con una explicación a tal nacimiento. Pura vitalidad, impulso. Creación, ser, actividad, lucha, síntesis. Proporciona el fuego eléctrico a nuestro sistema solar y la naturaleza dinámica que contiene en sí las cualidades del calor y del fuego que consume y destruye, pero también transforma.

Aries es el creador de las actividades, condiciones y procesos que conducen a la manifestación del alma por medio de la forma.

¿Cuál es la misión de La Escuelita en ese orden superior, inextricable? Invita a dar forma al impulso de las ideas, por ejemplo, que un niño se anime a soñar y desear cosas, sin importar qué ni cómo, porque en ese simple movimiento del deseo y del ensueño, está la construcción de un camino que poco a poco irá abriéndose. En la semilla está el roble, lo que separa al árbol de la semilla es el despliegue del tiempo, pero aquello que los une es el impulso de un mismo ser: Aries. Recordemos que el Sol en todas las culturas simboliza la conciencia, el despertar de la luz de la razón, y por ende nuestro ser aquí en la tierra. Sol en Aries señala también hacia la canalización del fuego vital y el darle sentido, más en el niños, donde los impulsos son constructores de mundos. Cada impulso, cada deseo, cada sueño, es el inicio de un algo mayor que sólo necesita del tiempo para desplegarse.

Ahora bien, la Luna en Sagitario nos sutiliza esta energía. Sagitario es otro signo de fuego, sólo que ahora el impulso inicial se hace sutil, se idealiza. La luna simboliza el refugio, el hogar, a la madre del mundo que nos guarda y nos protege. Aquello en donde nos sensibilizamos. Los ideales y los estudios superiores, las religiones y los viajes transformadores son experiencias sagitarianas. La Escuelita, como un centro de cuidado, de protección de ideales, como un hogar para adquirir estudios de otra cuantía, no los de una escuela, sino los otros, los del alma, los que educan al ser en función de lo creativo, de lo superior a sí mismo. También podría leerse desde el siguiente lugar: el hogar de los viajes ideales, de los encuentros con un libro que pueden llevarnos a ese refugio ideal de los cuentos de hadas. Bailar o hacer teatro, hacer títeres o música son formas de contactar con el refugio propio, no aquella casa de ladrillos, sino la otra, la casita del alma que arrastramos con nosotros por el mundo lo mismo que una tortuga.

El tercer movimiento del que hoy vamos a hablar es el Ascendente en Géminis. El destino, o bien aquello que nos rodea y nos habla constantemente para explicarnos qué somos, al margen de los deseos del pequeño ego, se viste con estos colores. Géminis es el vínculo, la palabra, la comunicación, el aprendizaje. Y, desde luego, este es el gran descubrimiento de La Escuelita: dadas las condiciones de su ambiente, el río y el monte, la atmósfera quieta, la visual obstruida por los árboles o la niebla, donde los vecinos no pueden prácticamente contactarse entre sí, donde todo acto de socialización, común en las ciudades, allí es muy complejo, el Centro que representa La Escuelita es un espacio de vínculos, de unir distintas partes y darles la palabra. Los ambientes geminianos están rodeados de libros y palabras, pues bien, qué mejor espejo para hablar del destino de este espacio abierto justamente a estos fines. El arte busca, sin dudas, colocar en formas ciertos contactos de otro orden, que no tienen forma. Es decir, busca dar palabras ya sean visuales o auditivas a aquello amorfo que es la naturaleza misma. De esto se trata la palabra: poner luz y atención allí donde antes simplemente estaba el fluir de las cosas.

Este es el gran aprendizaje de La Escuelita: cómo continuar su proceso de dar conciencia, palabra, luz, ideales, a los impulsos de niños destinados a convivir con la naturaleza virgen, viva, inviolable. Cómo ser herramienta, puente, medio, de conexión entre las distintas partes de uno mismo.

En estos tiempos, el tránsito de Urano al sol trae la revalidación de lo creativo, de lo que constantemente es distinto a sí mismo y por tal motivo crea. No alguien ni algo creando, sino la misma humanidad usándose a sí misma para crear. Allí entra La Escuelita como parte de la gran red donde lo creativo la utiliza como herramienta para dar forma a niños y a vecinos de un Delta allá en un lugar de la tierra. Energías transpersonales buscando canales para hacerse forma y realidad. Por tal motivo, el desafío está en pie y de esto se trata: cómo continuar ese impulso iniciado hace unos años para que gire sobre sí mismo y acompañarlo, siempre siendo creativo. Si bien esto parece sencillo y accesible a la conciencia, sin embargo, en la definición de lo creativo mismo no hay memoria, no hay antes, todo transcurre en un instante, y toda forma ya armada debe girar con él. Por esto mismo el desafío es acompañar los giros como en una danza y ser uno en el círculo de los movimientos universales.


bottom of page